Si Dios quiere, el miércoles empiezo mis vacaciones en la costa. Hoy estuve armando la lista de todas las cosas que tengo que llevar y, como excedida que soy, conté seis vestidos, diez musculosas, cinco polleras, tres jeans, etc, etc, para sólo dieciocho días de placer. Al trabajo volveré la última semana de enero y supongo que el curso de la última materia que me queda por cursar -valga la redundancia- empezará el primer o segundo lunes de febrero. Y así comienza mi nuevo año.
Haciendo un breve balance de este 2009 que se va, le contaba a mi prima ayer que lo veo bastante positivo. Si tuviera que ubicar malos tragos en estos casi 365 días que pasaron, me sobrarían los dedos de una mano (afortunadamente). Tuve la oportunidad de vivir un par de meses afuera, de conocer gente buena onda. Podríamos decir que casi terminé la carrera (todavía me queda ese mes y medio de Introducción a la Comunicación Social -sí, tengo todas cursadas menos la principal- y algunos finales). Me llamaron de la revista en donde hice una pasantía el año pasado y parece que están contentos conmigo y me quieren para esta nueva etapa. Además, empecé a preocuparme un poco más por mí; a cuidarme un poco porque, como leí una vez: "Si no cuido mi cuerpo, ¿en dónde voy a vivir?". Amor, lo que se dice amor, no tengo pero hace algo así como dos meses que la paso mejor.
Ojalá el año próximo empiece, por lo menos, tan bien como este que nos está dejando. Les deseo a todos un excelente 2010 y, supongo, la próxima vez que escriba ya estaré mirando el mar.